Carlos R. Martín
Mi nombre es Carlos y soy emprendedor, abogado, profesor y desde hace algún tiempo, ayudo también a startups en cuestiones de planificación estratégica. No obstante, no estoy aquí para contarte ni mi historia, ni mis proyectos personales (puedes leer más sobre ellos en la sección “Sobre mí” de esta misma página web).
Los emprendedores debemos unirnos hoy más que nunca. De esta crisis que vivimos como país, solo saldremos adelante si lo hacemos juntos. Y los emprendedores, estamos llamados a ser parte clave de nuestra salvación económica.
¿Eres o tienes espíritu emprendedor?
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Emprendedor/a, nuestro país nos necesita. España, como país, reúne todos los elementos, recursos, y tiene las oportunidades y el talento necesario para liderar el mercado económico e impulsar los cambios que nuestra sociedad demanda y, a pesar de eso, no hacemos sino que movernos en un mar de cifras y datos económicos pésimos, que en nuestro caso, no son imputables a la covid-19, esa sería la excusa perfecta, sino que responden a problemas mucho más profundos y estructurales que nos acompañan desde hace ya demasiados años. Voy a compartir contigo seis datos agrupados en tres preguntas:
¿Sabes cuál era el porcentaje medio de paro en el mundo en el año 1991 y en el año 2020 (antes de la COVID 19)? Del 4,75 % y del 5,42 %, respectivamente.
¿Sabes cuál era el porcentaje medio de paro en la Unión Europea en el año 1991 y en el año 2020 (antes de la COVID 19)? Del 8,49 % y del 6,44 %, respectivamente.
¿Sabes cuál era el porcentaje medio de paro en España en el año 1991 y en el año 2020 (antes de la COVID 19)? Del 15,92 % y del 13,01 %, respectivamente.
Durante estos casi 20 años, el mejor dato de paro que registra España, lo encontramos en el año 2007, siendo dicho dato del 8,23 %. Por su parte, el peor dato, de sobras conocido por todos, lo hallamos en el año 2013. En dicho ejercicio, el nivel de desempleo medio del país alcanzó la cota del 26,09 %.
Sin duda, los motivos que hay detrás de dichos datos en nuestro país, muy alejados de la media mundial y europea y de lo que la ciudadanía española desearía, son muchos y superan la dicotomía política de izquierdas y derechas, por cuanto el paro en España ha estado constantemente durante estas dos décadas por encima de la barrera del 10 %. Y estos datos, indudablemente malos, tienen consecuencias negativas más allá del propio empleo. Sirvan de ejemplo las políticas recaudatorias y el impacto que las mismas tienen en el sistema sanitario y en, por ejemplo, el sistema público de pensiones. Debes pensar que, con una tasa de desempleo del 3 % o del 4 % (p.ej. Alemania o Países Bajos), el nivel de ingresos del país por la vía de la recaudación, incluso con tipos impositivos y cotizaciones más bajas, que es hacia donde deberíamos avanzar, sería mayor que el que tenemos en la actualidad.
Entendiendo que son muchos los motivos que nos llevan a sufrir estos datos, hay que atreverse a decir alto y claro que uno de ellos tiene que ver con la mentalidad laboral limitante que impera en nuestro país. Vivimos en un país en el que se nos ha inculcado que no hay mayor éxito laboral que ser funcionario o disponer de un puesto de trabajo indefinido (da igual lo malas que sean las condiciones laborales o económicas del mismo) para gozar de la tan ansiada estabilidad “ficticia” que ofrece el mercado laboral. Y esa filosofía, no es más que el reflejo de una mentalidad conformista que nos condena a convivir con un mercado laboral precario en el que la demanda de empleo cada vez es mayor que la oferta, especialmente en puestos cualificados, de modo que, como es lógico y normal en cualquier mercado, las condiciones del mismo tienden a empeorar para la parte que demanda con el paso de los años.
Esta realidad, es la que está llenando de frustración a miles de jóvenes de nuestro país, quiénes tras finalizar sus estudios y habiendo hecho todo lo que se suponía que tenían que hacer para tener un buen futuro profesional, se plantean las siguientes preguntas: ¿Para qué me ha servido estudiar? ¿Para tener un contrato mileurista? ¿Para no poder conciliar mi vida profesional con mi vida familiar? ¿Para tener que emigrar en busca de unas condiciones laborales dignas? Y, razón, no les falta. A ti, “millennial” que estás leyendo este manifiesto y que te ves reflejado en esas preguntas o a ti, padre o madre qué ves como tus hijos/as se las plantean sumidos en un mar de frustraciones y dudas: ¿Vas a ser capaz de mirar a tus hijos/as, nietos/as a los ojos y vas a poder decirles que es suficiente con estudiar para acceder a un buen puesto de trabajo? Yo, personalmente, no podría hacerlo mientras me quedo de brazos cruzados.
Debemos tener claro, que estos problemas tienen solución y que la misma está en nuestras manos. Basta de victimizarse y de culpar a otros de todos nuestros males, eso lo hacen los perdedores y me niego a pensar que los españoles lo seamos. Es el momento de poner el foco en la solución, no en el problema. Y la solución, o al menos parte de ella, se llama mentalidad emprendedora y tiene sus dos grandes pilares en la educación y en el sistema fiscal.
Debemos ser capaces de inculcar en las generaciones venideras esa mentalidad, regalándoles una educación que les permita aprender y entender, cuáles son los instrumentos necesarios para que esa mentalidad emprendedora pueda ejecutarse con suficientes garantías y dotarles de los recursos y de un sistema tributario y de cotizaciones que, en lugar de ahogarles, les ayude a arrancar y les impulse a alcanzar sus sueños y metas. A ellos y a nosotros mismos. Está claro que un modelo educativo basado en la memorización, se encuentra en las antípodas de lo que los futuros emprendedores de nuestro país necesitan. Y, está igualmente claro, que un modelo fiscal y tributario de altos tipos y cotizaciones, no es lo que necesita un buen ecosistema emprendedor.
Una pregunta que quiero plantear abiertamente para invitar a la reflexión: ¿Qué diferencia a un productor audiovisual que quiere crear un largometraje o cortometraje de un emprendedor que quiere crear un proyecto empresarial desde cero? Pues que el primero tiene a su disposición más ayudas y subvenciones que el segundo. ¿Por qué? Seguramente, debido a que los primeros hacen más ruido que nosotros. La realidad, es que no hay una motivación en términos de justicia económica que justifique esa diferencia.
De este modo, si la solución parcial se llama mentalidad emprendedora y tiene como pilares de acción la educación y el sistema fiscal, no queda otra que arremangarse y ponerse a trabajar. Y el primer paso, es crear un movimiento fuerte desde la sociedad civil, con voz y personalidad propia, como instrumento para impulsar y canalizar dicha solución: el movimiento emprendedor.
Las propuestas concretas, vendrán más adelante y las construiremos entre todos/as, fruto del intercambio de ideas en mesas de debate organizadas entre emprendedores/as y aquellos que, sin serlo, quieran aportar su granito de arena para transformar nuestro país y poder encabezar en un futuro, de manera simultanea los rankings “gastronómicos” o de “banderas azules” que hoy lideramos y a los que no hay que renunciar y, otros rankings económicos o de empleabilidad que hoy miramos en muchos casos desde puestos que no hacen justicia ni al potencial de nuestro país ni al de sus ciudadanos.
¿Te unes al movimiento emprendedor?